Nostalgia.

Consecuencia de ti,
que llegaste acariciándome el alma,
con tus formas y tus modos,
capaces de llevarme hasta la luna,
ida y vuelta,
reiteradas veces.
Consecuencia de tu forma de querer,
 incapaz de ser definida,
pues  toda definición acaba con un punto y final,
y Tú, siempre Tú,
eres de puntos seguidos.
Consecuencia de tu risa sonora,
melodía única que resuena dentro.
Consecuencia de tus elecciones,
discernidas y salvadoras.
Consecuencia de un encuentro fortuito.
Consecuencia de tu saberte hacer hueco,
aún cuando la agenda aprieta y las horas pesan.
Consecuencia de saber qué estás,
aunque corra el tiempo.
Consecuencia de ti.
Nostalgia convertida en deseo,
que a más vivirla, más fermenta.
Nostalgia capaz de traspasar barreras,
 que hoy limitan nuestros días,
para transportarnos a ese instante,
dónde la nostalgia era hoy,
y hoy es siempre.

Todos sentimos nostalgia, porque a todos nos pasan cosas que nos tocan por dentro. Esas cosas que al no seguir pasando con asiduidad o ser únicas en espacio y tiempo generan añoranza, echar de menos; porque ese tiempo pasó y su característica propia, fugaz e indomable, hacen no poder contenerlo, alargarlo en el espacio, rebobinarlo y revivirlo una y otra vez.

Sentir nostalgia nos equilibra y mantiene, siempre que su exceso no se imponga y nos lleve a vivir tan solo del recuerdo, estancados en él. Porque la nostalgia nos construye, habla de nosotros, nos define; aquello por lo que sientes nostalgia, aquello es lo que te mueve en la vida.

Y para cada uno, en cada momento y circunstancia, se materializa de manera diferente y todas son válidas y todas han merecido la pena: nostalgia de una cerveza bien tirada, de un paseo sin privaciones, del ruido del gentío, de sentir el viento en la cara y del sentido del tacto sin perder sus facultades protegido por unos guantes… nostalgias propias del momento en el que vivimos, que pasaran y pasarán a ser recuerdo, porque volveremos a hacerlo.

También las hay, de las que se quedan dentro, nostalgias que se adhieren tan profundamente a ti, que ni ellas mismas encuentran su hueco y necesitan salir y regalarte un tiempo de romperte por dentro, y también por fuera, para volver a construirte.

Nostalgias de historias que son para siempre, de punto y seguido, para que en ti, su recuerdo, tus recuerdos sigan vivos.




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