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Mostrando entradas de abril, 2020

Perfectos.

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Perfectos, seamos perfectos. Para que así, todo reluzca, y el sol brille con más fuerza. Las nubes se disipen del cielo, con un filtro que todo lo esconde. Las margaritas crezcan a raudales, para que a todos, al deshojarlas una a una nos salga Sí; y si sale No, arranca otra, total hay millones. ¿Has llorado? Niégalo, recuerda los hombres nunca lloran, ¿y las mujeres? ponte gafas de sol, grandes; y si te preguntan, di que no has tenido tiempo para maquillarte. No hables de lo de dentro, tus preocupaciones te hacen imperfecto, no muestres que te duele, quédate en la superficie, elige otra nueva máscara y prepárate para el desfile de fachadas. Y si te encuentras con alguien, que no lleve gafas de sol, que no haya elegido máscara, que haya derrumbado la fachada y enseñe los cimientos, si lo encuentras, ¡huye! Porque Alguien, capaz de mirar con otra mirada, lo ha convertido en perfecto, lo ha enseñado a amarse. Porque es

Nostalgia.

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Consecuencia de ti, que llegaste acariciándome el alma, con tus formas y tus modos, capaces de llevarme hasta la luna, ida y vuelta, reiteradas veces. Consecuencia de tu forma de querer,  incapaz de ser definida, pues  toda definición acaba con un punto y final, y Tú, siempre Tú, eres de puntos seguidos. Consecuencia de tu risa sonora, melodía única que resuena dentro. Consecuencia de tus elecciones, discernidas y salvadoras. Consecuencia de un encuentro fortuito. Consecuencia de tu saberte hacer hueco, aún cuando la agenda aprieta y las horas pesan. Consecuencia de saber qué estás, aunque corra el tiempo. Consecuencia de ti. Nostalgia convertida en deseo, que a más vivirla, más fermenta. Nostalgia capaz de traspasar barreras,  que hoy limitan nuestros días, para transportarnos a ese instante, dónde la nostalgia era hoy, y hoy es siempre. Todos sentimos nostalgia, porque a todos nos pasan cosas que nos tocan por dentro. Esas co

Pequeñeces.

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La velocidad de un abrazo, capaz de abarcar ciudades, de romper distancias, de acortar caminos. La velocidad de una sonrisa, que se esboza en unos labios, que no se cansan de llamarte por tu nombre. La velocidad del que mira, conmovido tantas realidades. La velocidad de un te quiero, tímido, pero contundente. La velocidad de un estoy contigo, me quedo. La velocidad del que enciende una vela, para acercar la luz al mundo. La velocidad del que comparte, para llenarle la vida a otros. La velocidad de la lluvia que moja, a quién baila bajo ella. La velocidad de las olas del mar rompiendo en la base, de quién busca empaparse de su calma. La velocidad del que no se atreve, pero por dentro lo vive. La velocidad del que se abajó, para en su gesto, con agua, toalla y un lebrillo, recordarnos la importancia del servicio. La velocidad del que sueña. La velocidad propia, la de tantos, Tú velocidad. Abres los ojos, un nuevo comienzo

Valiente.

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Quién conoce tus por dentros, sabe dónde encontrarte; sabe cómo acercarse, cómo mirarte y cómo tocarte. Quién conoce tus por dentros, adora cuándo la luz se enciende, cuándo la llama se prende, cuándo el silencio se convierte en ruido, fuegos artificiales. Quién conoce tus por dentros, habita tus soledades, se hace abrigo en el frío, compañero de camino. Quién conoce tus por dentros, acepta todo de ti, ama todo de ti. Quién conoce tus por dentros, llama a tu puerta, solo para avisar que está, porque antes de que decidas si abrir o no, antes, ya se ha sentado a tu lado. Quién conoce tus por dentros, te quiere valiente, valiente y libre. Esa sensación te hace libre, te hace valiente, te lleva a despegar, coger impulso, tomar altura y volar. Cuando descubres que Alguien es capaz de conocer tus por dentro, o mejor aún, cuando dejas descubrir todos tus por dentro a ese Alguien; ahí, en esa milésima de segundo entre tu yo de verdad

Tú.

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Tú, que has sido principio y fundamento. Tú, creador del mundo, maravillado por tu obra. Tú, liberador de oprimidos. Tú, voz que clama en el desierto. Tú, más sencillo que en el Antiguo Testamento. Tú, que decidiste cambiar los planes. Tú, que elegiste a una mujer humilde. Tú, que llegaste entre paja, en un establo, donde comen los animales. Tú, que llamaste a los pastores. Tú, que creciste en el silencio. Tú, que apareciste para salvar en cada gesto sencillo. Tú, que hablaste a los pecadores, tocaste a los que la sociedad llamaba impuros, salvaste a quienes serían condenados, curaste a los enfermos, transformaste corazones duros. Tú, que la vida de tantos te conmovió. Tú, que amaste a cada uno por entero, con sus meteduras de pata, sus intransigencias, sus pasiones, sus limitaciones, sus libertades, sus traiciones y negaciones. Tú, que te dejaste acompañar. Tú, que asumiste la derrota cargada de tintes de victoria. Tú, protagonista en la sombra.

Al que esperaba...

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Al que esperaba, te recibió. Al que soñaba despierto, te sintió. Al que impaciente miraba por la ventana, te vio llegar. Al que no te esperaba, lo sorprendiste. Al que no te buscaba, lo encontraste. Al que no te conoce, llamaste a su puerta. Al que sufre,  lo abrazas. Al que lee esto. lo amas.  Y llegaste Tú, surge con el deseo del que sueña que las palabras que nacen de dentro hagan bien a otros; con la ilusión de sacar sonrisas, cuestionar, preguntar, generar; tal vez una pretensión inalcanzable o quizás más sencilla, si te sumas a este reto. Si lo lees, si lo esperas, si lo compartes y te compartes.  Este Y llegaste Tú, no es solo mío, es de todos, para todos. Porque ese Tú ha vuelto, siempre ha estado, para TODOS.